08 enero 2018

La lógica del boicot

Creo que en algún artículo ya he dicho que me parece una memez hacer boicots, estilo apagar la luz durante una hora para que las eléctricas no se qué, aunque reconozco que yo no sería capaz de comprar un producto en cuya superficie aparezca una foto de Bertín Osborne.

Pero no voy a hablar de los boicots a la Coca-Cola o a las eléctricas, sino de los que se hacen en base a personas que ahora de repente caen mal por lo que sea.

Por ejemplo, resulta que se estrena una película o serie española y una de las actrices dice algo sobre los presos vascos en una entrevista, y aparece un grupo de gente a la que no le ha gustado nada lo que ha dicho esta persona y piden un boicot contra la película o serie. Boicot que resulta ser un sonado fracaso, por cierto. Pero si llega a funcionar, ¿Tiene sentido que un proyecto en el que trabajan cientos de personas, cada una con sus ideas, sea boicoteado por lo que ha dicho una sola persona? Está claro que no, eso sólo se le ocurre a una masa descerebrada con afán inquisitorial. ¿Entonces por qué no compro cosas donde sale la foto de Bertín Osborne? Buena pregunta, yo lo siento por la gente que trabaje allí pero en ejercicio de mi libertad no quiero que se me corte la digestión por ver la cara de ese elemento, y tampoco hago campaña contra sus productos.

Otros ejemplos, ahora se descubre que hay señores en el mundo del cine que se han aprovechado de mujeres o de jovencitos, o han encubierto casos, o quizás han dicho alguna inconveniencia al hablar de estos casos. También aparece gente que pide boicots, o que retiren las imágenes de tal actor de tal tráiler, o hemos llegado al absurdo de que se ha vuelto a rodar una película cambiando al protagonista.

Pues no sé, creo que estamos en las mismas, o nos adentramos en una consideración más profunda: ¿No se puede separar la obra de una persona de lo que esa persona haya hecho? ¿Se contamina todo por contacto supersticioso? ¿Se piensa que su obra está cargada de malas vibraciones?

Francamente, si examinamos la vida de algunos artistas, seguro que encontraremos algo inconveniente. ¿Le pegamos fuego a la Capilla Sixtina porque algo habrá hecho ese tal Miguel Ángel? ¿Dejamos las obras de Caravaggio en un sótano porque era un pieza de cuidado?

Reflexionen ustedes si todo esto tiene alguna lógica. Ahora recuerdo una anécdota, hace unos años, estábamos en un almuerzo laboral y en prensa venía la foto de un cuadro que había sido pintado por Hitler. A mi no me pareció mal, pero había alguien por ahí que no quería ni ver la foto, sólo por saber quién lo había pintado. Lo gracioso es que esa persona si hubiera vivido en tiempo de Hitler creo que le habría votado, pero claro, no puedo demostrarlo. En fin, que esa persona era estúpida. Y ya está contada la anécdota.

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