19 septiembre 2016

Viejos jugadores

A continuación los nombres y edades de algunas personas muy señaladas en el mundo de la conspiración y los manejos en las sombras de la economía y política mundiales:

  • David Rockefeller, 101 años
  • Henry Kissinger, 93 años
  • Zbigniew Brzezinski, 88 años
  • George Soros, 86 años

Digo yo, que la Naturaleza seguirá su curso y no están para muchos trotes... ¿Tendrán preparada una siguiente generación de conspiradores malignos? Incluso el más poderoso de los hombres es sólo una pieza de la Máquina y tal vez no hay nadie al volante, la Máquina no lo necesita, pero cambiar una pieza por otra puede causar un pequeño temblor.

16 septiembre 2016

Los mentores de Hitler (1)

Si queremos conocer a las personas que fueron claves en que Hitler llegase a ser lo que fue, sin duda Leopold Pötsch (uno de sus profesores de secundaria) sería el primero en esa lista de mentores. Como él mismo relata en su autobiografía política:
La enseñanza de la Historia Universal en las llamadas escuelas secundarias deja aún mucho que desear. Pocos profesores comprenden que la finalidad del estudio de la Historia no debe consistir en aprender de memoria las fechas y los acontecimientos, o a obligar al alumno a saber cuándo ésta o aquella batalla se realizó, cuándo nació un general o un monarca (casi siempre sin importancia real), o cuándo un rey puso sobre su cabeza la corona de sus antecesores. No, esto no es lo que se debe tratar.

Aprender Historia quiere decir buscar y encontrar las fuerzas que conducen a las causas de las acciones que escrutamos como acontecimientos históricos.

El arte de la lectura, como el de la instrucción, consiste en esto: conservar lo esencial, olvidar lo accesorio.

Fue quizá decisivo en mi vida posterior el tener la satisfacción de contar como
profesor de Historia a uno de los pocos que la entendían desde este punto de vista, y así la enseñaban. El profesor Leopoldo Pótsch, de la Escuela Profesional de Linz, realizaba este objetivo de manera ideal. Era un hombre entrado en años, pero enérgico. Por esto, y sobre todo por su deslumbrante elocuencia, conseguía no sólo atraer nuestra atención sino imbuirnos de la verdad. Todavía hoy me acuerdo con cariñosa emoción del viejo profesor que, en el calor de sus explicaciones, nos hacía olvidar el presente, nos fascinaba con el pasado y, desde la noche de los tiempos, separaba los áridos acontecimientos para transformarlos en viva realidad. Nosotros le escuchábamos muchas veces dominados por el más intenso entusiasmo y otras profundamente apenados o conmovidos. Nuestra aprobación era tanto mayor cuanto este profesor entendía que debían buscarse las causas para comprender el presente. Así daba, frecuentemente, explicaciones sobre los sucesos de la actualidad diaria que antes nos sembraban la confusión. Nuestro fanatismo nacional, propio de los jóvenes, era un recurso educativo que él utilizaba a menudo para completar nuestra formación más deprisa de lo que habría sido posible por cualquier otro método.

Este profesor hizo de la Historia mi asignatura predilecta. De esa forma, ya en aquellos tiempos, me convertí en un joven revolucionario, sin que tal fuera el objeto de mi educador. Pero, ¿quién con un profesor así podía aprender la historia alemana sin transformarse en enemigo del gobierno que tan nefasta influencia ejercía sobre los destinos de la Nación? ¿Quién podía permanecer fiel al Emperador de una dinastía que, en el pasado y en el presente, sacrificó siempre los intereses del pueblo germánico en aras de mezquinos beneficios personales? ¿Acaso no sabíamos que el Estado austro-húngaro no tenía ni podía tener afecto por nosotros los alemanes?

Adolf Hitler, "Mi lucha"

No creo que tengamos elementos de juicio para culpar a sus padres del camino que Adolf siguió, pero este profesor sí que sembró en él unas ideas de nacionalismo excluyente y racista contra los pueblos eslavos que estaban "diluyendo" la sangre alemana del Imperio Austro-Húngaro. Por supuesto, los alemanes étnicos debían unirse al Imperio Alemán del Kaiser Guillermo.

Leopold se retiró en 1919 y colaboró con los grupos paramilitares de extrema derecha austríacos, los llamados Heimwehr. Cuando se entera de que su ex-alumno Hitler le menciona en su libro comienza una relación epistolar con él.

Leopold vivió para ver la guerra, y murió en octubre de 1942 sin conocer su desenlace. Recibió un funeral de estado.

Un saludo a los profesores de secundaria que lean esto.

08 septiembre 2016

Metrópolis (1927): Análisis político

Se van a cumplir 90 años de esta película que hoy en día es un clásico del cine (por supuesto, en su época también hubo algún crítico que la puso por los suelos) y como se ha escrito mucho de ella no sé si podré añadir algo nuevo. Claro, qué no se habrá escrito en 89 años como para que alguien venga ahora a aportar nada...

¿Es una película nazi o fascista? ¿Dónde se sitúa políticamente? Contaba su director, Fritz Lang, que el propio Goebbels le contó que Hitler la había disfrutado en su estreno (y en 1927 Adolfito ya estaba dedicado a su vocación de hacer el nazi por la vida). También aprovechó, Lang digo, para decir que él no estaba muy maduro en política cuando la rodó y que su moraleja le parecía infantil.

Por resumir mucho el argumento y esta moraleja, la película plantea un futuro con masas obreras alienadas por el capitalismo que caminan cabizbajos a ser explotados día tras día, mientras los capitalistas demuestran una total falta de sentimientos. Hasta que surge el amor entre "el hijo del amo" y una bella señorita. Entre medias un malvado científico que ha creado un duplicado robótico de la chica, y una especie de revolución obrera que fracasa miserablemente porque los pobres son muy tontos, pero que muy tontos, y dejados a su suerte no sabrían sobrevivir. Por suerte, el amor todo lo resuelve y ahí llega el "mensaje" y es que las manos (los obreros) y la cabeza (los burgueses) deben unirse a través del corazón.

Como ustedes sabrán el guión es de la por entonces esposa de Fritz Lang, que se unió al Partido Nazi, y a buen seguro en 1927 ya debía conocer lo que era el fascismo italiano.

Durante la Primera Guerra Mundial las naciones beligerantes pusieron toda su economía al servicio de la guerra, llegando a una especie de "economía planificada". No era socialismo marxista, desde luego, pero algunas gentes dijeron que aquello sí era una forma de socialismo (donde la alta burguesía seguía siendo tan rica como antes o más, a base del dinero del Estado). ¿Y acaso no había socialismo antes de Marx? ¿No había escrito Engels su famoso "anti-Dühring" para criticar las ideas del socialista alemán antisemita Dühring como opuestas al socialismo científico de Marx?

Pero a finales de la guerra triunfa la revolución comunista en Rusia y a punto está de triunfar en Alemania, Italia, y Hungría. En Italia aparece el ex-dirigente socialista Benito Mussolini, que tras haber trabajado para el servicio secreto británico como periodista pro-intervención de Italia en la guerra, se hace con el poder para frenar al comunismo. Y su ideología será el "fascismo", que él presenta como el socialismo bueno y amigo de la burguesía y el clero.

En contra de la lucha de clases que define el marxismo, el fascismo propone la colaboración entre clases. Es decir, que nada de molestar a los señores empresarios con huelgas y sindicatos, que el Estado se encargará de que traten bien a los obreros. Unir las manos y la cabeza para servir todos juntos a la Patria. Vamos, un mensaje muy parecido al de Metrópolis.

Pero ustedes dirán que ese rechazo a la lucha de clases no es sólo propio del fascismo, ahí tenemos a la mayoría de partidos socialdemócratas hablando de "paz social" y montando negociaciones entre "los agentes sociales" al más puro estilo corporatista. Y a lo mejor han visto al jefe de la patronal siendo invitado a la fiesta de un sindicato.

Pues sí, a lo mejor no hay tantas diferencias entre la política económica del fascismo y de la socialdemocracia. O sea, al fascismo lo criticamos por otras cosas que no son la parte económica (excepto los neoliberales que aparecieron después de 1945, que sólo lo critican por la política económica).

Bueno, finalizando ya la reflexión, no creo que Metrópolis se pueda considerar "nazi" puesto que no explicita un discurso racista (aunque el científico maligno pueda parecer judío), ni habla de militarizar la sociedad y expandirse por el Este exterminando a los pueblos eslavos inferiores. Pero demuestra una oposición a la lucha de clases que la pone en consonancia tanto con el fascismo italiano como con los socialdemócratas alemanes que ordenaron asesinar a Rosa Luxemburgo, a través de una moraleja infantil y un retrato de la clase obrera como brutos incapaces de hacer su trabajo sin capataces que les den órdenes.