13 abril 2015

La rama dorada (13)


Deidades de la vegatación como animales

Frazer se lanza ahora a analizar la relación de algunos animales con algunos dioses, tomando la idea de que el espíritu del grano se representa como animal en el folklore campesino.

Dionisos es representado como cabra y como toro. Su relación con las cabras nos lleva a pensar en los sátiros y faunos. También los espíritus del bosque ruso se presentan con rasgos caprinos, los Ljeschie son tan altos como los árboles cuando están entre ellos pero tan bajos como las espigas cuando están entre ellas. Son la conexión del espíritu del bosque con el espíritu del cereal.

En ritos de Dionisos y otros dioses se mataba un toro, y sigue la descripción de un sacrificio ático de bueyes. Los matarifes huían, mientras otras personas desollaban los bueyes y repartían la carne. Las pieles se rellenaban con paja y los animales asi disecados volvían a uncirse al yugo. Después se simulaba un juicio en el que al final se acusaba al hacha y al cuchillo, exculpando a los humanos, y se arrojaban al mar estas herramientas. Frazer da varias razones por las que el toro era criatura sagrada y su muerte se consideraba delito, por lo que era encarnación del dios.

Deméter está relacionada con la cerda y el caballo. Sigue una exposición de que si la cerda estaba consagrada a la diosa podría ser que la diosa hubiera tomado esa forma animal. Argumenta que después de que un animal ha sido imaginado como dios, o este dios concebido como animal, acontece algunas veces que este se desprende de su forma animal y se antropomorfiza. Entonces, el animal que al principio mataban en su caracter divino llega a ser visto como una víctima que se le ofrece a causa de una imaginada hostilidad hacia la deidad. El dios es sacrificado a sí mismo como su propio enemigo.

Sigue la descripción de un rito de sacrificio porcino y a continuación se prosigue con su relación con los caballos.

Atis y Adonis también se relacionan con los cerdos o jabalíes. En las leyendas un jabalí daña un árbol que dio nacimiento al infante Adonis, o el dios perece a manos de Hefaistos mientras cazaba jabalíes. En la ciudad de Hierápolis nunca fueron sacrificados ni comidos cerdos, y si alguien tocaba un cerdo quedaba impuro para el resto del día. Algunos decían que era por su impureza pero otros decían que el cerdo era sagrado. Esto revela un pensamiento religioso en el que las ideas de santidad e impureza no estaban diferenciadas, sino mezcladas en una vaga solución que llamamos tabú. Según Frazer la relación de los judíos hacia el cerdo también sería ambigua, y en tiempos de Isaías algunos judíos acostumbraban a reunirse secretamente en sus huertos para comer carne de puerco y ratones como rito religioso. Aquí debemos aludir a los posteriores estudios de Marvin Harris, donde teoriza sobre la prohibición del consumo de cerdo en base a que su crianza resulta demasiado costosa en climas desérticos, y que pasó de ser un manjar de ricos a una carne rechazable en base al populismo de los profetas.

Osiris también se relaciona con el cerdo y el toro. Los escritores griegos dicen que los egipcios detestaban al cerdo como un animal inmundo y aborrecible, los porqueros tenían prohibido entrar en los templos. Una vez al año los egipcios sacrificaban cerdos a la Luna y a Osiris, y comían su carne, aunque cualquier otro día del año no podían hacerlo. Así pues, el cerdo sería un animal sagrado al tiempo que impuro. Resumiendo, el hombre primitivo cree que lo sagrado es peligroso. También nos habla de la famosa tradición de quemar vivos a los pelirrojos.

El capítulo se remata tratando sobre la tradición de Virbio, primero de los reyes divinos del bosque en Aricia, que fue muerto por caballos. Y así lo relaciona todo con el inicio del libro, que trataba sobre aquel sacerdote de Diana en aquel bosque sagrado.

1 comentario:

Bancario Sectario dijo...

Los pelirrojos continúan cosechando desconfianzas: http://elventano.blogspot.com.es/2015/04/un-colegio-britanico-le-prohibe-asistir.html?m=1