30 junio 2013

¿De verdad los romanos echaron tantos cristianos a los leones?

 Gracias a películas como "Quo Vadis?" la opinión pública es de la opinión de que en tiempos de Nerón los cristianos eran arrojados a los leones del Circo romano, culpados del incendio de Roma. Y de ahí vino una persecución religiosa tras otra, hasta el punto de que hay cristianos que se quejaron de que en la película "Gladiator" no se hablase de ello, pues toda película de romanos debía tratar el tema.

¿Qué razones podía tener el estado romano para perseguir una religión? La ley prohibía los cultos no autorizados por el estado, pero este estado siempre había sido muy tolerante en materia religiosa. Según el ex-franciscano Joseph McCabe el cristianismo era detestado por tres motivos: Uno: Reuniones secretas y nocturnas, que hacían correr rumores de conspiración. Dos: Hostilidad manifiesta contra todas las demás religiones, que eran las oficiales. Tres: Deslealtad al Imperio.

¿Hubo persecución en tiempos de Nerón? El historiador Tácito escribe que hubo una represión local en la ciudad de Roma, que no se extendió fuera de ella, sobre una multitud de personas. No hay detalles ni cifras. Los mártires oficiales de esta época se han demostrado invenciones posteriores (San Paulino, San Torpeto). La primera mujer cristiana en ser martirizada fue Santa Tecla, que según la leyenda fue echada a los leones desnuda pero estos no la miraron para no avergonzarla, y se dedicaron a lamerle los pies.

Nerón también mató a muchos paganos. Se llegó a escribir una lista de mártires de la locura del emperador, y es posible que los cristianos copiasen algunos nombres.


Tras Nerón se supone que hubo otra persecución durante el reinado de Domiciano, todavía en el primer siglo. El libro del Apocalipsis fue escrito en estas fechas y su autor se hallaba desterrado en una isla griega, sin haber sido ejecutado, pero no paraba de escribir sobre muertes y más muertes por la Fe. También hay que recordar que a finales de la época de Nerón hubo una guerra contra los judíos y puede ser que la mayoría de los cristianos de entonces vivieran en la zona de guerra.

Tillemont, un sacerdote francés del siglo XVII, hace un repaso de todos los supuestos mártires del siglo I y duda de todos excepto de San Pedro y San Pablo. Con el siglo II tampoco encuentra relatos creíbles. Pudieron haber ejecuciones, pero lo que nos ha llegado son versiones fantasiosas que no arrojan luz sobre los hechos reales. De San Jacinto nos dice que su historia es un cuento y de Santa Eudocia que su vida es pura ficción. Del martirio de San Rómulo y once mil soldados cristianos dice que fue inventado en el siglo X.

San Evodio, ninguna evidencia de que muriese como mártir. San Ignacio, relato lleno de errores. Santa Sofía, relato lleno de anacronismos. San Eleuterio, ninguna prueba de que existiera...

Trajano y Marco Aurelio se supone que también lanzaron persecuciones, pero es más probable que dejasen a los gobernadores locales cumplir la ley de reprimir todo culto no autorizado.

Septimio Severo, en la siguiente persecución, ha dejado unas pocas pruebas de auténticos mártires. Los dos emperadores siguientes estaban demasiado ocupados con sus vicios como para ponerse a perseguir a nadie por su religión, y el siguiente, Alejandro Severo, tenía un icono de Cristo en su capilla privada. Fue sucedido por Maximino, de quien se supone que martirizó a millares de cristianos, pero de nuevo (según el profesor Gwatkin) no hay pruebas de ninguna ejecución.

Decio (249-251), Valeriano (257), y Diocleciano (303) lanzaron las grandes persecuciones. Según Gwatkin los cristianos no tenían interés en defender el estado y veían con buenos ojos una invasión de godos o persas. Eran casi unos traidores. Sin embargo, en ninguno de los tres edictos de Diocleciano se impone la pena de muerte a los cristianos. Se sabe que muchos de ellos renegaron de sus creencias para no sufrir otros castigos, y que tiempo después quisieron volver a ser admitidos como cristianos.

Al parecer nunca se arrojaron cristianos a los leones del Coliseo. Es posible que fuera de Roma se hiciera en alguna ocasión, pues es cierto que existía el castigo de echar criminales a "las bestias". Entre las listas de mártires católicos figuran Papas que murieron plácidamente en la cama, y herejes cuyas ideas eran enfrentadas por los que más tarde se llamarían católicos.

Una vez triunfó el cristianismo con Constantino se multiplicaron las leyendas y además apareció un comercio de reliquias de santos y mártires. Para fundar un nuevo lugar de culto se precisaban tener huesos de santos, o reliquias similares, que eran falsificadas alegremente.

Fuente principal: The Story of Religious Controversy de Joseph McCabe.


Nuevo artículo: Cristianismo y esclavitud

26 junio 2013

No diga clase política, diga burguesía

Llevamos meses oyendo los términos "clase política" o "casta política"... Cuando en realidad deberíamos estar hablando de "burguesía". ¿Para qué inventar palabras nuevas cuando tenemos una antigua que nos sirve?

¿Qué es la burguesía?

En la teoría marxista se denomina burguesía a la clase social que tiene la propiedad privada de los medios de producción, articulados en empresas, banca, sociedades, etc. Es decir, una clase social unida por lazos familiares, para la que trabaja el resto de la sociedad, que no poseen los medios para subsistir si no es trabajando para ellos. La burguesía acabó con los privilegios de la nobleza y se convirtió en la clase dominante, creando el Estado moderno y administrándolo con el juego de la política, donde trataron de que no entrase nadie ajeno a su clase (sufragio censitario) hasta que tuvieron que abrir la mano.

En una familia de empresarios típica puede suceder que el hijo más listo herede el negocio del patriarca. ¿Qué hacemos con el resto de hijos? Pues uno de ellos (que no es tan listo) podría dedicarse a la política, y desde allí ayudar a su hermanito a que le vayan bien los negocios. Y el otro podría ser juez, o montarse un despacho de abogados por lo menos, y un primo podría ser registrador de la propiedad, y así los vamos colocando a todos para el mayor beneficio de la familia.

Lo de tener un hijo en el ejército y otro en la iglesia ya no se estila en la España actual, pero algunos usan el Opus Dei y su red de influencia.

La tesis es que los políticos burgueses trabajan para la burguesía. Eso es obvio, es conciencia de clase, podríamos decir que es su deber. Pero los políticos que vienen del pueblo llano también pueden ser comprados por la burguesía. Unos se pueden corromper y otros vienen corruptos de casa. Pero el problema es la burguesía, que es quien tiene el dinero.

¿Entonces no hay solución? ¿Da igual si votas a un político burgués que a otro al que van a corromper igual? Menos mal que desde este blog ya tenemos una posible solución a la corrupción.

Ejemplos:

El caso, ya comentado en otro artículo, de la familia Del Pino y Calvo-Sotelo, la unión matrimonial entre política y burguesía.

Juan Cotino, miembro del Opus Dei, político valenciano con cargos en el PP, y cuyo sobrino es directivo de la constructora Sedesa. Este sobrino, Vicente Cotino, está implicado en la financiación ilegal del PP valenciano.

Jaime Mayor Oreja, político del PP, y su hermano José Mayor Oreja, ex-presidente de FCC que admite haber hecho algunos donativos al PP. Por otro lado Gallardón, del PP, es familia de Trinidad Jiménez, del PSOE, partido en el que habrán menos burgueses pero también los hay.

Carlos Fabra, que además de ser político tiene despacho de abogados, de seguros, y empresas. La familia Fabra y sus 150 años de caciquismo: http://www.lamarea.com/2012/07/15/los-fabra-150-anos-de-caciquismo-en-castellon/

Y seguro que esta lista podría seguir, pero no es fácil encontrar la genealogía de los politicos y empresarios. Además, en el bando político muchos se quedan en concejal y se les conoce menos que a los ministros.

08 junio 2013

Illuminatus! Trilogy: H.P. Lovecraft

A continuación otro extracto de esta magna obra en la que Lovecraft aparece como personaje:





“Por supuesto, no tengo problemas en hablar sobre ello”, dijo Lovecraft, luego de acomodarse junto a Drake en su viejo estudio repleto de libros, mientras la Sra. Gamhill les servía el té. “Más allá de lo que crea su amigo de Zurich, soy y siempre he sido estrictamente materialista”.

“¿Pero ha estado en contacto con esa gente?”.

“Oh, ciertamente, y vaya que son un grupo absurdo, todos ellos. Todo comenzó luego de publicar una historia llamada ‘Dagon’ en... a ver... 1919. Yo había estado leyendo la Biblia y la descripción del dios filisteo del mar, Dagon, me hizo recordar las leyendas sobre serpientes marinas y los dinosaurios reconstruidos por los paleontólogos. Y tuve esta idea: suponga que Dagon fue real y no un dios, sino simplemente un ser longevo vagamente emparentado a los grandes saurios. Era solamente una historia para entretener a aquellos que disfrutan de la literatura extraña y gótica. Usted no puede imaginar mi estupor cuando varios grupos ocultistas comenzaron a contactarme, preguntándome a qué grupo pertenecía y de qué lado estaba. Todos se irritaron terriblemente cuando dejé perfectamente en claro que no creo en semejantes porquerías”.

“Pero, entonces,” dijo Drake perplejo, “¿Por qué continuó incorporando más y más ideas ocultistas en sus relatos posteriores?”.

“Soy un artista,” dijo Lovecraft, “un artista mediocre, me temo - y no me contradiga -. Valoro la honestidad por sobre todas las virtudes. Me gustaría creer en lo sobrenatural, en un mundo de justicia social, y en mi propio talento. Pero la razón manda, y yo acepto estos hechos: el mundo está hecho de materia ciega, los malvados y los fuertes siempre aplastarán a los débiles e inocentes, y yo poseo una capacidad bastante microscópica para crear un abanico minúsculo de efectos estéticos, todos macabros y limitados, que solamente atraen a una audiencia muy especial. Pero me gustaría que las cosas fuesen de otra manera. Por lo tanto, y a pesar de ser conservador, apoyo las leyes que pueden mejorar las condiciones de los pobres, y, a pesar de ser un escritor limitado, intento elevar el status de mi prosa lamentable. Los vampiros, los fantasmas, y los hombres lobos están pasados de moda; provocan más risa que terror. Consecuentemente, cuando comencé a aprender sobre el saber olvidado, antes de publicar ‘Dagon’, empecé a incorporarlo a mis historias. No imagina las horas que pasé con esos volúmenes antiguos en Miskatonic, discriminando entre toneladas de basura - Alhazred, Levi y Von Juntz eran verdaderos casos de manicomio, ¿Sabe? -, para sacar en limpio algunas nociones que fueran lo suficientemente ajenas como para causar un shock genuino, un estremecimiento verdadero en mis lectores”.



“¿Nunca recibió amenazas de esos grupos ocultistas por mencionar a Iok Sotot y a Cthulhu en sus cuentos?”.

“Solamente cuando mencioné Hali” dijo Lovecraft con una sonrisa torcida. “Un alma reflexiva me hizo recordar lo que le sucedió a Bierce cuando él escribió abiertamente sobre este tema. Pero fue una advertencia amistosa, no una amenaza. Sr. Drake: usted es banquero y un hombre de negocios, ¿Toma esto seriamente?”.

“Déjeme responder con una pregunta” dijo Drake cautelosamente. “¿Por qué, entre todo el saber esotérico que usted decidió hacer exotérico a través de sus cuentos, nunca mencionó la Ley de los Cincos?”.

“En efecto,” dijo Lovecraft, “doy varias pistas bastante obvias sobre ella en ‘En las Montañasde la Locura’ ¿Lo ha leído? Es uno de mis cuentos más largos, y, creo, el mejor hasta ahora”. Abruptamente, pareció ponerse más pálido.

“En ‘El Caso de Dexter Ward’, usted cita una fórmula de Historia de la Magia, de Eliphas Levi. Pero no la repite en forma completa, ¿Por qué?”.

Lovecraft dio un sorbo a su té, obviamente pensando su respuesta con cautela. Finalmente dijo “Uno no necesita creer en Santa Claus para saber que la gente intercambiará regalos en Navidad. Uno no necesita creer en Yog Sothoth, el Devorador de Almas, para adivinar cómo actuará la gente que sí cree en él. No es mi intención, en ninguno de mis escritos, la de proveer información que pueda llevar a un lector desquilibrado a intentar experimentos que puedan provocar la pérdida de una vida humana”.

Drake se puso de pié. “Vine a aprender,” dijo, “pero parece que mi única función posible es la de enseñar. Déjeme recordarle las palabras de Lao-Tsé: ‘Aquellos que hablan, no saben; y los que saben, no hablan’. La mayoría de los grupos ocultistas pertenecen al primer grupo. Pero aquellos que pertenecen al segundo, no deben ser tomados a la ligera. A usted le han dejado en paz porque sus relatos solamente aparecen en revistas destinadas a una pequeña minoría. Pero, últimamente, esas revistas han estado publicando historias sobre cohetes, reacciones nucleares en cadena, y otros temas que están a punto de ser consumados por la ciencia. Cuando esas fantasías comiencen a hacerse ciertas, lo cual probablemente ocurra dentro de una década, habrá un interés mucho mayor hacia esas publicaciones, y por lo tanto, hacia sus relatos. Entonces usted recibirá una atención no deseada”.



Lovecraft permaneció sentado. “Creo que sé a quiénes se refiere; yo también leo los diarios y hago deducciones. Aunque estén lo suficientemente locos como para intentarlo, no tienen los medios. Deberían haber tomado más de un gobierno para lograrlo. Y ese proyecto los mantendría demasiado ocupados, creo, como para preocuparse por unas cuantas líneas de unas historias publicadas como ficción. Creo que la próxima guerra producirá grandes avances en lo referente a la propulsión y a la energía nuclear, pero aún así dudo que eso lleve a la gente a considerar mis cuentos con más seriedad, o a ver conexiones entre ciertos rituales, que nunca he descrito explícitamente, y aquellos actos que serán considerados como los excesos normales del despotismo”.

“Buen día, señor” dijo Drake formalmente. “Debo partir hacia New York, y su bienestar no es un problema de mayor incumbencia en mi vida”.

“Buen día” dijo Lovecraft levantándose, con cortesía colonial. “Y, ya que usted se ha tomado la molestia de darme una advertencia, le devolveré el favor. No creo que su interés por esta gente esté basado en un deseo de oponerse a ellos, sino de servirles. Le ruego que recuerde la actitud de estos grupos hacia sus sirvientes”.

Nuevamente en la calle, Drake experimentó un abatimiento momentáneo. Hace casi veinte años que él viene escribiendo sobre ellos, y ellos no lo han contactado. Yo he estado sacudiendo el bote en dos continentes y no me han contactado ¿Qué hay que hacer para que asomen una mano? Si no llego a un entendimiento con ellos, todo lo que arregle con Maldonado y Capone estará escrito en el viento. Simplemente no puedo hacer tratos con la Mafia antes de tener un trato con ellos ¿Qué debo hacer? ¿Poner un aviso en el New York Times?: “Hey, Ojo que Todo lo Ve ¿Podría mirar en mi dirección? R. P. Drake, Boston”.