02 junio 2012

La rama dorada (4)

En el artículo anterior vimos cómo han subsistido fiestas populares de la siembra en que una muchacha del pueblo se convierte en la reina de mayo. Frazer nos dice que según el principio de la magia simpática sería natural que un rito de cópula entre humanos tuviera un efecto beneficioso en la fertilidad de los campos. En Europa estos ritos han ido perdiendo su significado, pero en otras partes del mundo lo conservan, y pasa a relatarnos una serie de ejemplos de uniones maritales durante la siembra, orgías, hombres que copulan con árboles de clavo, mujeres estériles repudiadas por el marido cuyo huerto no da frutos, y parejas recién casadas que ruedan por los sembrados para acelerar el crecimiento de las mieses.



Sin embargo, también se dan casos de todo lo contrario, de abstinencia para que la energía sexual se acumule y transmita a las plantas en lugar de a la parienta.

Llegados a este punto volvemos al sacerdote de Diana, el rey del bosque de Nemi. Podría haber sido casado con una representación de la diosa en una ceremonia anual como las relatadas. No hay prueba directa de ello, pero Diana era una diosa de la fertilidad.

El matrimonio de los dioses

En Babilonia y Tebas hubieron mujeres consagradas a dioses que no podían tener contacto con hombre alguno. Los ejemplos se suceden hasta llegar a leyendas de doncellas ofrecidas a un espíritu maligno para aplacar su ira, o bien a una serpiente o dragón. Leyendas contadas desde Japón a Escandinavia, desde Escocia a Senegal: Muchas vírgenes han sido sacrificadas a la serpiente hasta que la suerte recae sobre la hija del rey, cuando aparece un joven de humilde cuna que mata al monstruo y recibe la mano de la princesa como premio. En muchos de los cuentos la serpiente habita en el agua del mar, un lago o manantial. En otras versiones se apodera de la fuente y sólo permite que corra el agua a condición de recibir una vida humana.

"El dragón del lago de fuego"
También podéis ver "Furia de Titanes"



Frazer supone que reflejan la costumbre real de sacrificar mujeres jóvenes para desposarlas con espíritus acuáticos a quienes frecuentemente se imagina como grandes serpientes o dragones.

Llegados a este punto nos detenemos de nuevo en el bosque de Nemi y en los antiguos reyes de Roma, antes de la República. El rey Numa Pompilio se desposó con la ninfa Egeria, un aspecto de Diana, en el bosque de Nemi. Quizás los reyes de Roma representaban a Júpiter y tomaban parte en un ritual de matrimonio sagrado para asegurar la fertilidad de las tierras durante su reinado.

Los generales romanos que celebraban un triunfo llevaban las insignias de los reyes romanos, y de este modo ha llegado la descripción hasta nosotros; blandían en la mano derecha una rama de laurel y en la izquierda un cetro de marfil rematado por un águila. Una corona de laurel ceñía las sienes, la cara estaba enrojecida de bermellón, y por encima de su cabeza una esclavo sostenía una pesada corona de oro macizo que semejaba hojas de roble (y susurraba al general "Recuerda que eres mortal", pero esto claro está no se aplicaría a los reyes de Roma). El rey de Roma era el dios del roble, del cielo, del trueno, y de la lluvia.



La sucesión al trono en el antiguo Lacio

Según la tradición hubo ocho reyes de Roma, pero ninguno fue sucedido en el trono inmediatamente por su hijo, aunque varios dejaron hijos o nietos. Por otro lado, uno de los reyes descendía de un rey anterior por parte de madre, y tres de ellos fueron heredados por yernos que eran extranjeros. Esto hace pensar que el trono se heredaba por línea femenina y era ocupado por extranjeros que casaban con princesas reales.

El que más tarde se contara que los reyes eran nacidos de madre virgen y padre divino significa que una mujer había sido preñada por un desconocido, y eso es compatible con un sistema que ignora la paternidad. Frazer conjetura que estos reyes podrían haber nacido en un festival orgiástico de verano que ha llegado a nosotros como noche de San Juan, pero es sólo una conjetura.


Lo importante era encontrar un sucesor capacitado para el trono, sin importar su linaje. De ahí también los cuentos populares en los que un aventurero llega de un país extraño y consigue la mano de la princesa. Los ejemplos se encuentran desde Grecia hasta Suecia y Escocia.

Las cualidades por las que se escoge al rey variarían, pero se suponen pruebas de fuerza o carreras. En las lenguas germánicas la palabra para matrimonio significaba "carrera de la novia". Frazer especula con que el rey tuviera que seguir participando en carreras para demostrar que seguía estando capacitado, hasta que fuera derrotado y despuesto, y tal vez exiliado o asesinado. La leyenda dice que algunos reyes romanos tuvieron un final violento, y quizás el derecho al trono se obtuviera en combate singular, del mismo modo que los caballeros medievales zanjaban sus disputas por el "juicio de Dios" a espadazo limpio y teniendo razón el que sobreviva.

A partir de la página 200 Frazer hace una recopilación de sus conclusiones y argumenta que la pareja real personificaba a Júpiter y Diana, y que Juno y Diana eran la misma diosa, y que Júpiter y Jano eran el mismo dios.

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