13 mayo 2012

Nefilim


Dios se proponía al principio que Samael gobernara el mundo, pero la vista de Adán y Eva haciendo el amor, desnudos y sin avergonzarse, le puso a Samael celoso y juró: "Destruiré a Adán, me casaré con Eva y gobernaré verdaderamente." Esperó a que Adán yaciese con Eva y se quedase dormido, y entonces ocupó su lugar. Eva se entregó a él y concibió a Caín.1

             Como el rostro del infante Caín brillaba angelicalmente, Eva supo que Adán no era su padre y, en su inocencia, exclamó: "¡He tenido un hijo varón con Yahvéh!" 2


En la décima generación la raza de Adán había aumentado mucho. Como faltaba la compañía femenina, los ángeles llamados "Hijos de Dios" encontraron esposas entre las bellas Hijas de los Hombres. Los hijos de estas uniones habrían heredado la vida eterna de sus padres, si Dios no hubiera decretado: "¡No permanecerá por siempre mi espíritu en la carne! A partir de ahora los años del hombre tendrán un límite de ciento veinte años."

            Estas nuevas criaturas eran gigantes, llamados "los caídos" (Nefilim), y sus maldades decidieron a Dios a exterminar de sobre la haz de la tierra a todos los hombres y mujeres, con sus corruptores gigantescos.3


            Los hijos de Dios fueron enviados para que enseñasen a la humanidad la verdad y la justicia; y durante trescientos años enseñaron ciertamente al hijo de Caín, Enoc, todos los secretos del cielo y de la tierra. Más tarde, sin embargo, codiciaron a las mujeres mortales y se corrompieron mediante el trato sexual. Enoc ha registrado no sólo sus instrucciones divinas, sino tambien su subsiguiente pérdida de gracia; antes del final gozaban ya indistintamente con vírgenes, matronas, hombres y animales.4

            Algunos dicen que Shemhazai y Azael, dos ángeles que gozaban de la confianza de Dios, preguntaron: "Señor del Universo, ¿no te advertimos el Día de la Creación que el hombre demostraría que es indigno de Tu mundo?" Dios replicó: "Pero si destruyo al hombre, ¿qué será de Mi mundo?" Ellos respondieron: "Nosotros habitaremos en él." Dios preguntó: "¿Pero si descendéis a la tierra, no pecaréis más que el hombre?" Ellos suplicaron: "¡Permítenos vivir allí durante un tiempo y santificaremos Tu nombre!"

            Dios permitió que descendieran, pero inmediatamente los subyugó la belleza de las hijas de Eva, y Shemhazai engendró con ellas dos hijos monstruosos llamados Hiwa e Hiya, cada uno de los cuales comía diariamente mil camellos, mil caballos y mil bueyes. Azael inventó además los adornos y cosméticos que se ponen las mujeres para descarriar a los hombres. Dios les advirtió, en consecuencia, que dejaría en libertad las Aguas de Arriba y así destruiría a todos los hombres y animales. Shemhazai lloró amargamente, temiendo por sus hijos, los cuales, aunque eran bastante altos para no ahogarse, morirían de hambre.5


            Otros dicen que ciertos ángeles pidieron a Dios permiso para recoger pruebas seguras de la iniquidad del hombre y asegurar así su castigo. Cuando Dios accedió, se transformaron en piedras preciosas, perlas, tinte purpúreo, oro y otros tesoros, que inmediantamente robaron hombres codiciosos. Entonces tomaron la forma humana, con la esperanza de enseñar la rectitud a la humanidad. Pero esta asunción de carne humana los sometió a la lujuria humana: al ser seducidos por las Hijas de los Hombres se encontraron encadenados a la Tierra e incapaces de reasumir sus formas espirituales 6.

            Los Caídos tenían apetitos tan grandes que Dios hizo llover sobre ellos maná de muchos sabores diferentes, para que no sintieran la tentación de comer carne, la que les estaba prohibida, y excusaran su culpa alegando la escasez de cereal y hortalizas. Pero los Caídos rechazaron el maná de Dios, mataron animales para comerlos y hasta probaron la carne humana, viciando así el aire con vapores nauseabundos. Fue entonces cuando Dios decidió purificar la Tierra 7.

            Otros dicen que Shemhazai y Azael fueron seducidos por las mujeres diabólicas Naamá, Agrat hija de Mahlat, y Lilit, que había sido esposa de Adán  8.

            El sabio y virtuoso Enoc subió tambien al Cielo, donde se convirtió en el principal consejero de Dios, y desde entonces se le llamó "Metraton". Dios puso Su propia corona en la cabeza de Enoc y le dio setenta y dos alas así como numerosos ojos. Su carne se transformó en una llama, sus nervios en fuego, sus huesos en ascuas, sus ojos en antorchas y su cabello en rayos de luz, y lo rodearon la tormenta, el torbellino, el trueno y el rayo  9.

            Algunos dicen que los Hijos de Dios se llamaban así porque la luz divina con la que Dios había creado a su antepasado Samael, el padre de Caín, brillaba en sus rostros. Dicen que las Hijas de los Hombres eran hijas de Set, cuyo padre era Adán y no un ángel, y que, por consiguiente, sus rostros se parecían a los nuestros 10.

            Pero otros dicen que los Hijos de Dios eran piadosos descendientes de Set, y las Hijas de los Hombres pecadoras descendientes de Caín, y explican que cuando Abel murió sin hijos, la humanidad no tardó en dividirse en dos tribus: los cainitas, quienes, aparte de Enoc, eran completamente malos, y los setitas, que eran completamente justos. Estos setitas vivían en una montaña sagrada en el lejano norte, cerca de la Cueva del Tesoro, a la que algunos toman por el monte Hermón. Los cainitas vivían aparte en un valle situado al oeste. Adán, en su lecho de muerte, ordenó a Set que separara su tribu de la de los cainitas; y cada patriarca setita repetía públicamente esa orden de generación en generación. Los setitas eran extraordinariamente altos, com su antepasado, y como vivían tan cerca de la Puerta del Paraíso, recibieron el nombre de "Hijos de Dios"  11.

            Muchos setitas hacían voto de celibato, siguiendo el ejemplo de Enoc, y vivían como anacoretas. En contraste, los cainitas practicaban un libertinaje desenfrenado y cada uno tenía por lo menos dos esposas: la primera para que le diera hijos y la segunda para satisfacer su lujuria. La que paría hijos vivía en la pobreza y el abandono, como una viuda; a la otra se le obligaba a beber una pócima que la hacía estéril, despues de lo cual, ataviada como una ramera, entretenía a su marido lujuriosamente 12.

            El castigo de los cainitas consistía en que les nacían cien hijas por cada hijo, lo que condujo a tal deseo de marido que las mujeres comenzaron a irrumpir en las casas y llevarse a los hombres. Un día se decidieron a seducir a los setitas, para lo cual se embadurnaron los rostros con colorete y polvo, los ojos con antimonio y las plantas de los pies con escarlata; se tiñeron el cabello y se pusieron pendientes y ajorcas de oro, collares de joyas, brazaletes y vestidos multicolores. Mientras ascendían a la montaña sagrada punteaban arpas, tocaban trompetas, redoblaban tambores, cantaban, bailaban y aplaudían. Luego, despues de dirigirse a los quinientos veinte anacoretas con voces alegres, cada una se apoderó de su víctima y la sedujo. Estos setitas, despues de ceder a los requerimientos de las mujeres cainitas, se volvieron más sucios que los perros y olvidaron por completo las leyes divinas 13.





1 Genesis Rabba 168-169, 171-172. (siglo V)
2 Vita Adae: Libro apócrifo judío, escrito probablemente en el s I a. de C. Génesis IV.1: "Por voluntad de Yahvéh he tenido un hijo varón".
3 Génesis VI. 1-7
4 Jubileos IV. 15-22; V.1; Tanhuma Buber Gen 24 : midrás sobre el Pentateuco, basado en dichos del rabino Tanhuma bar Alba, amora (sabio talmúdico) palestino del siglo IV d. de C.
5 Yalqut Gen 44; Bereshit Rabbati, 29-30
6 Homilias clementinas viii. 11-17. Las Homilias son un opúsculo cristiano de comienzos del siglo III d. de C., escrito probablemente en Siria. Cf. tambien Enoc 6-8; 69; 106, 13s
7 idem
8 Zohar Genesis 37a, 55a
9 Sepher Hekhalot, 170-176
10 Zohar Genesis 37a
11 Genesis Rabba 222
12 Genesis Rabba 222-223
13 idem

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